Se debe visitar Japón con la mente abierta y preparado para experimentar las actividades más sorprendentes como fotografiar una reproducción de la torre Eiffel, visitar en buena compañía un hotel del amor, surfear en una piscina de olas artificiales o tomar un descanso en una cápsula espacial.
La imagen de Japón se ve desvalorada por rumores erróneos y falsos; para conocerlo verdaderamente deben abandonarse los prejuicios. Entre la elegante formalidad de la etiqueta Japónesa y los intercambios sociales, empapados de inocencia pero en ocasiones sumamente bulliciosos, que se producen alrededor de unas copas; entre la limpieza de los centros comerciales y los admirables festejos rurales, cada uno terminará formándose su propia idea de lo que verdaderamente significa Japón.
Índice de contenidos
Mejor época para viajar a Japón
El año comienza el 1 de enero, Día de Año Nuevo. La algarabía se prolonga durante dos días (2 y 3) y es una de las fiestas más importantes de Japón. Llamada O-shogatsu, es una celebración básicamente familiar, un momento propicio para visitar a los parientes más lejanos. La fiesta comienza la noche del 31 de diciembre cuando se come soba (que simbolizan larga vida) para visitar después el templo o el santuario y pedir porque el año que comienza sea fructífero. El día 1 de enero se suele servir un desayuno especial, mientras que los niños reciben diversos regalos y se abre el correo con las tarjetas de felicitación. El día 15 de este mes tiene lugar la Fiesta de los Adultos, dedicada a los que han cumplido 20 años de edad.
La primera semana de febrero, en Sapporo, se celebra el Festival de la Nieve. Son los días en que se exhiben las enormes esculturas de hielo con formas de personajes, templos, edificios o criaturas de la mitología oriental. Sin duda son las esculturas más impactantes del mundo.
En el mes de marzo se destaca, el día 3, el Festival las Muñecas o Hinanatsuri, cuando se preparan en las casas una especie de altar para colocar las hermosas muñecas que simbolizan la corte imperial. Es una fiesta dedicada a las niñas.
El 15 de abril, en Kawasaki, tiene lugar el Festival de la Fertilidad Jibeta-matsuri que honra a los Kannon-sama. La fiesta comienza por la tarde con el desfile del palanquín sagrado, mientras numerosas personas enmascaradas, con ofrendas fálicas, danzan al son de la música. La fiesta finaliza con un gran banquete al aire libre.
Los días 19 y 20 de abril, en la pequeña población de Furukawa, se celebra el Furukawa-matsuri, una procesión nocturna presidida por un enorme tambor golpeado por dos hombres sentados espalda contra espalda, sin olvidar los desfiles diurnos de yatai. Los lugareños, ataviados con trajes típicos, realizan representaciones de la danza del león (shishi-mai). La bebida de sake durante toda la noche está garantizada.
El mes de julio se distingue por el Festival de las Estrellas (Tanabata). El día 7, según una antigua historia, esa noche se reúnen dos amantes separados por la Vía Láctea. Y es que en este tiempo los espíritus de los seres queridos vuelven al hogar.
Del 15 al 18 de agosto, en Tokushima, se celebra el Awa-odori, un famoso festival ya que quienes participan, vestidos con trajes tradicionales, danzan en la noche por las principales calles. Septiembre acoge dos fiestas importantes: el 15 el Día de los Ancianos.
El 3 de noviembre es el Día de la Cultura y el 15 hay un festival en el que los niños y las niñas de tres, cinco y siete años de edad son llevados a los templos para pedir por su salud. El año termina y los Japóneses se preparan para la fiesta más importante: el Año Nuevo.
Qué ver
Tokio
Es una de las ciudades más grandes del mundo. En Tokio viven alrededor de 12 millones de personas o bien un cuarto de la población de Japón.
Detrás de la fuerte occidentalización y del caos que parece dominarla, Tokio es una ciudad fascinante y muy oriental.
Es una de las ciudades más seguras del mundo, con un muy bajo porcentaje de delito y violencia. La población, a pesar de la vida frenética, ha mantenido la amabilidad y hospitalidad típicas del carácter oriental.
Lo más asombrosos acerca de Tokio es que no tiene un propio y exacto centro. Está integrada por 23 distritos, 26 pequeñas ciudades, 7 pueblos y 8 aldeas. Se extiende a lo largo de 88 kilómetros de este a oeste y 24 kilómetros de norte a sur.
Tokio también fue duramente atacada por los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial, pero, a diferencia de muchas otras ciudades no se reconstruyó siguiendo un plan de desarrollo urbano. Resultó ser lo que fue en principio, una asociación de muchas aldeas con una gran similitud entre ellas, cada una con un núcleo central integrado por el mercado, el shoten-gai.
Los caminos de Tokio, salvo los principales, no tienen nombre. Las casas están numeradas según la fecha de construcción. Debido a que está lejos de las principales rutas y de los puntos de referencia, uno se puede perder fácilmente.
Afortunadamente existen los koban, estaciones de policía, con dos o tres oficiales que controlan el área las 24 horas del día. El oficial en servicio con gusto le indicará el camino.
Quizá es correcto pensar que Tokio es una serie de numerosos distritos unidos por el metropolitano. La ruta del tren Yamanote divide la ciudad en dos partes distintas. Una es la parte al noreste del Palacio Imperial, que alberga la historia de la ciudad, su tradicional estilo de vida; mientras que en la parte sudoeste uno se ve inmerso en una muy moderna, lujosa e internacional Tokio.
Osaka
Osaka es la tercer ciudad de Japón por su tamaño y la segunda en desarrollo industrial, comercial y tecnológico.
En el siglo IV y V, la región de Osaka fue el punto de paso más importante para la divulgación de la cultura oriental que llegaba del continente asiático. A través de Osaka, la cultura milenaria que venía de aquél continente se extendía a todo Japón para la población que evolucionaba.
Hasta el siglo IV, Osaka era un puerto floreciente, aunque en los siglos posteriores perdió su poder convirtiéndose en un puerto sobre el Mar Interno.
Apenas hacia el final del siglo XVI, Osaka recuperó su poder. Un hábil gobernante y guerrero, Hideyoshi Toyotomi, construyó uno de los castillos más impresionantes de Japón. Para el desarrollo de Osaka, alentó a los mercaderes de Osaka a establecer sus comercios en la ciudad. Su poder era bastante persuasivo y la ciudad floreció y se afirmó como centro comercial.
El hecho de que la ciudad floreciera bajo el impulso de los comerciantes, en aquellos tiempos esta clase ocupaba el escalón más bajo de la jerarquía, le otorgó a la ciudad una impresión muy particular, diferente de la aristocracia.
Osaka es más conocida por su gastronomía, el teatro Bunraku (el teatro de títeres Japónés) y el Kabuki (el teatro popular), que han recibido un impulso particular precisamente en este contexto.
En la actualidad, Osaka es una ciudad industrial y popular, cuya arquitectura se caracteriza por la combinación de la modernidad de los edificios contemporáneos y los históricos tales como el Castillo Osakajo, que posee un museo donde se pueden hallar productos fabricados allá por el siglo XVI. Si nos alejamos del Castillo, llegamos al Parque Comercial de Osaka, donde se puede visitar la Panasonic Square que consta de muestras interesantes de objetos electrónicos de avanzada para quienes deseen probarlos.
Si está interesado en los objetos de cerámica chinos y coreanos, entonces visite el Museo de Cerámicas Orientales, en la isla de Nakanoshima, el cual alberga una colección invaluable de aproximadamente 1000 piezas, que pertenecieron a un rico industrial Japónés.
No se pierda el show espectacular de Bunraku por el cual Osaka es famosa. Es un show de refinadas marionetas. El mismo se realiza en el Teatro Nacional del Bunraku.
Uno de los edificios históricos más importantes de Osaka es el Templo de Shitennoji que parece ser el templo Budista más antiguo de Japón.
Una visita al Jardín Keitakuen puede ser una oportunidad para ver el típico jardín circular Japónés y hacer una pausa relajante.
No se pierda el Gran Santuario Sumiyoshi, uno de los tres santuarios que quedan entre aquellos construidos antes de la llegada del budismo (siglo VIII) y de la consecuente influencia en su arquitectura.
Kyoto
Kyoto es la séptima ciudad de Japón por su tamaño y es la más rica en cuanto a los monumentos históricos que pueden visitarse.
La única gran ciudad Japónesa, que se ha salvado de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Por esta razón ha conservado la parte principal de los edificios históricos: templos budistas, santuarios, palacios imperiales y las tradicionales casas de madera.
Kyoto puede ser considerada como la cuna de la civilización Japónesa.
A lo largo de los años en los que fue la capital (desde 794 hacia fines del 1300) observó su período más exitoso, prosperando bajo la dinastía imperial. En este período, la civilización Japónesa comenzó su emancipación de China, de la cual deriva en realidad. La ceremonia del té se originó en estos tiempos.
Un paseo por Kyoto es una distancia que atraviesa once siglos de la historia de Japón. A pesar de la riqueza de los lugares históricos, la modernidad ha irrumpido en esta ciudad de manera constante. Los edificios de concreto y vidrio reforzado dominan el centro de la ciudad otorgándole una similitud a cualquier otra metrópolis Japónesa.
Alrededor del centro, el tour está conformado por la rica historia y la auténtica fascinación Japónesa. Las ancianas aún se visten con kimono, las personas pasean lentamente por los canales y en los callejones, la vida tiene colores, sabores y olores típicamente Japóneses. Todo ello, además de los ricos testimonios del pasado, es lo que hace de Kyoto la más Japónesa de las ciudades.
Para comenzar el tour por la ciudad, le aconsejamos que parta de la estación, un verdadero monumento de la modernidad.
Alrededor de la estación, podrá encontrar tiendas departamentales, restaurantes, teatros y hoteles.
Algunos de los templos más importantes se encuentran en esta área, y su presencia crea un pequeño oasis de paz hacia el interior de uno de los barrios más comerciales.
No se pierda los templos Higashi Honganji, Toji y Nishi-Honganji. En especial el Templo de Toji posee la pagoda más grande y 21 estatuas budistas más expresivas que existen.
En el centro de Kyoto puede visitar el Kyoto Gosho, el antiguo Palacio Imperial. El jardín es ciertamente hermoso, y dado que la capital y el Emperador se han trasladado a Tokio, el mismo se ha convertido en un parque público.
Al sudeste del Palacio Imperial, podemos encontrar el Castillo Nijo-I, que data del siglo XVI. Adentro se pueden admirar las hermosas pinturas y bajorrelieves. En especial, el famoso león que parece seguir la mirada de los visitantes. Estas interesantes construcciones se utilizaban como defensa contra las incursiones enemigas. Como ejemplo, podemos mencionar al corredor cuyos techos resuenan cada vez que alguien pasa o las puertas especiales en las que se esconden los guardias.
Al noreste de Kyoto, en el área comprendida entre el Monte Kinugasa y la zona de Omuro, uno se encuentra con un barrio histórico, que surgió alrededor del siglo VIII, gracias a los aristócratas cercanos a la familia imperial. Muchos templos y santuarios se han construido en dicha zona. Si la visita se hace en primavera, no debe olvidarse el Templo Nin’na-ji, construido por el Emperador Uda en el siglo IX, rodeado por hermosos cerezos en flor.
En el barrio Kinugasa-Omuro siempre se puede visitar el museo de Bellas Artes donde se exponen las más coloridas pinturas de Tamed Insho, uno de los pintores contemporáneos Japóneses más famosos.
Nara
Nara había sido la capital permanente de Japón durante los años anteriores, muchos emperadores habían establecido la capital -cada vez- en una ciudad diferente.
Durante el período en que Nara fuera fundada, la cultura de Japón se vio fuertemente influenciada por los chinos, incluso el uso de los caracteres de la escritura china.
En particular, el budismo tenía una gran influencia y se extendió en esta región. Había muchos templos y monasterios budistas construidos por emperadores y familias aristocráticas.
En el año 784, la capital de Japón se mudó a Kyoto y Nara pasó de ser una ciudad imperial a una tranquila ciudad.
En la actualidad, esta pequeña ciudad es rica en edificios históricos y famosos Cabe mencionar el : Parque Nara-Koen, habitado por alrededor de mil ciervos. Muchos de los monumentos en Nara están situados a corta distancia de manera que se puede ir caminando de uno a otro. Moverse por esta tranquila ciudad es muy sencillo, gracias a su sencillo mapa con forma de tablero de ajedrez.
El Templo de Todaiji, el gran complejo en el Parque Nara-Koen , es tal vez el monumento histórico más importante de Nara. Los venados viven tranquilamente y se los considera como mensajeros sagrados de dios. Hay tantos de ellos que el parque ha sido denominado el Parque de los Venados. Entre todos los edificios históricos encerrados en este complejo, el Templo Daibutsuden es muy famoso ya que es la estructura de madera más grande del mundo y alberga una gran estatua de Buda que data del siglo VIII.
En el camino hacia el Parque, se puede visitar el Templo Kofukuji, cuyo museo guarda una colección de antiguas estatuas Japónesas.
Durante los años en los que Nara era la capital, había más de 50 pagodas. Entre ellas, la más famosa es la segunda pagoda por su tamaño en todo Japón (51 metros), construida en 1426 dentro del Templo Kofukuji. El reflejo de esta pagoda en el pequeño Lago Sarusawa es uno de los panoramas más famosos de Nara.
Una visita al Templo Toshodaiji, fundado en 759 por el monje budista Ganjin, es uno de los templos antiguos más pequeños que han quedado intactos a través de los siglos. Para llegar al templo, es necesario atravesar el “Camino de la Historia“, flanqueado por restaurantes y tiendas que venden antigüedades y artesanías locales. El complejo del templo alberga un importante testimonio de la más antigua arquitectura de Nara, el Palacio Kondo.
La isla de Hokkaido
Hokkaido es la isla ubicada en el extremo norte de Japón. Se trata de un área particularmente virgen y sin contaminar.
Es posible llegar a ella en transporte público, pero siempre se aconseja tener un medio de transporte propio.
La isla es muy grande y presenta un clima bastante severo durante la mayor parte del año. La población no es numerosa y se concentra en las ciudades.
La industrialización no ha cambiado la apariencia de esta región, a diferencia del resto de Japón, donde las ciudades dominan el panorama.
Sin embargo, aquí lo urbano está rodeado por montañas, valles verdes, bosques, los lagos más cristalinos, montañas con lava ardiente, géiser y pozos de lodo caliente. Las costas son escarpadas, algunas son cimas volcánicas. La fauna es muy rica: osos, zorros, ciervos y garzas. La isla ostenta cinco parques nacionales que ofrecen panoramas de inusual belleza.
Hokkaido ha sido colonizada por los Japóneses hace solo 150 años. Por consiguiente, carece de todos aquellos testimonios arquitectónicos del pasado como los templos, altares y monumentos históricos.
Fue el primer refugio del Ainu (la población original que ha habitado Japón desde el año 300 A.C.) cuando los Japóneses comenzaron a invadir la isla de Honshu. En la actualidad, algunos sobrevivientes de esta población viven en pequeñas aldeas reconstruidas y se ha convertido en un centro de atracción turística.
Hokkaido
Representa el destino ideal para aquellos que desean escapar de la multitud y sumergirse en la naturaleza. Hay muchas estaciones termales y son menos costosas que en otros lugares en Japón.
Se puede partir de Hakodate (siete horas en tren desde Tokio), el histórico puerto comercial. Se puede visitar la ciudadela estrellada que data de 1864 y el pequeño mercado que abre cada mañana. No debe perderse la vista nocturna desde la Montaña Hakodate, considerada uno de los mejores paisajes nocturnos de Japón.
Luego, le aconsejamos visitar Noboribetsu Onsen, una de las fuentes de agua termal más famosas de Japón. Está rodeada por bosques y tiene alrededor de diez diferentes tipos de aguas termales que varían en los porcentajes de minerales. El Jigoku-dani (valle de la muerte) ofrece por cierto un impresionante paisaje con sus pozos de barro caliente, las emanaciones gaseosas de azufre le otorgan un tinte amarillo y el penetrante y característico olor.
Después de una hora y media de viaje, llega a Sapporo, la capital de la isla de Hokkaido. La visita a la ciudad merece por lo menos un día. Sapporo es famosa por la cerveza que produce. La visita a Keller, que data de 1891, es un lugar clásico para los turistas que visitan la torre del reloj. El palacio de Hokkaido, conocido como el palacio de los ladrillos rojos.
El paseo continúa hacia Sounkyo, una pequeña aldea situada en el límite con el Parque Nacional de Daisetsu-zan el último punto de partida para descubrir el parque. En este lugar se puede alquilar una bicicleta y visitar la famosa Garganta de Sounkyo. Si visita estos sitios durante el invierno, podrá asistir del Festival del Hielo.
Desde Sounkyo diríjase a Bihoro desde donde podrá comenzar el tour al Parque Nacional Akan hasta Akanko, donde tendrá la posibilidad de reservar un viaje en bote en el lago Akan, famoso por el musgo acuático con forma de esfera que crece únicamente en este lago.
Kyushu – De Fukuoka hasta Nagasaki
La isla de Kyushu disfruta particularmente de un clima templado. Su paisaje es muy apacible, caracterizado por una vegetación exhuberante, la mayoría de los cultivos verdes son de arroz, y posee montañas y arrecifes que dan al océano.
Es una isla ubicada en uno de los extremos del archipiélago y se la considera como la cuna de la civilización Japónesa. Fue el primer punto de contacto de Japón con las civilizaciones asiáticas, un lugar más desarrollado y más fácil de acceder para los conquistadores europeos, quienes desembarcaron en sus costas en el siglo XVI. Las ciudades son ricas en testimonios del pasado.
El mejor punto de partida para visitar Kyushu es Fukuoka. A pesar de que tratarse de la ciudad más industrializada de la isla, se sorprenderá de encontrar una atmósfera bastante tranquila, especialmente si se llega desde una ciudad del centro de Japón. Visite el Santuario sintoísta de Sumyoshi Jinjia y el Templo de Shonfukuji, construido en el año 1195 por Eisay, uno de los primeros clérigos Japóneses que introdujera el budismo en Japón.
Desde Fukuoka, vaya hacia Beppu, una de las estaciones termales más famosas de Japón. Las estaciones termales le suministran agua templada a los hoteles, posadas y habitaciones. La variedad de sus aguas la convierte en un centro muy apreciado por los Japóneses quienes pasean por los caminos en su tiempo libre, vestidos con sus yukata (kimono de algodón). El barrio Kanawa (ocho infiernos), con sus ocho manantiales es una de las atracciones más grandiosas de Beppu. Uno de estos manantiales, el Chino-ike-Jigoku (sangre del pozo infernal) es una fuente termal, cuyos vapores curan las enfermedades de la piel. No muy lejos de Beppu se encuentra el parque de los monos Takasakiyama.
Parta de Beppu en dirección a la cadena montañosa Asu. El camino que llega a destino ofrece uno de las mejores vistas de la isla. Se sentirá encantado con los brillantes campos verdes de arroz y bosques de bambú. A medida que se aproxime a la montaña, la idílica atmósfera comenzará a abrir paso a la majestuosidad del humeante y estruendoso volcán Nakadake, la única cadena de volcanes que permanece activa.
Continúe en dirección a Kumamoto, una ciudad famosa por sus amplios caminos bordeados de viejos árboles. El principal destino es seguramente el Castillo Kumamatojo construido en 1607, cuando la ciudad era uno de los centros más poderosos de Japón. La mayor parte del castillo fue destruido en 1877, durante un sitio, pero fue cuidadosamente reconstruido en 1960.
La última parada es Nagasaki, una tranquila ciudad, tristemente famosa por ser una de las dos ciudades destruidas por la bomba atómica en 1945, que arrasó con un tercio de la ciudad. En el pasado, estaba entre los puertos comerciales más importantes de Japón. Soportó la influencia de la cultura occidental de la cual todavía muestra algunas señales. Los Jardines Glover son un excelente punto de partida para visitar la ciudad. Ofrecen una vista panorámica muy agradable de la misma. Además del Puerto, se pueden visitar los palacios construidos con estilo occidental que datan del siglo XIX.
No puede dejar de visitar el Parque de la Paz, construido en el mismo lugar donde las bombas atómicas fueron arrojadas el 9 de agosto de 1945.
Los Alpes Japoneses – Desde Nagoya hasta Takayama
Las cadenas montañosas que cruzan desde el norte al sur del centro Honshu se conocen con el nombre de Alpes Japóneses. Es curioso es que el nombre no fue elegido por un Japónés, sino por un inglés, el reverendo Walter Weston.
La razón reside en la superstición de que los Japóneses han comparado sus montañas durante siglos. En realidad, ellos creían que se trataba del lugar en el que una vez vivieran después de bajar del cielo. Por ello, se sentían invadidos por un respeto sagrado y no se aventuraban a descubrirlos sin mostrar un cierto temor hacia ellos.
En la actualidad, todo esto no es un vago recuerdo y los Japóneses se convirtieron en grandes alpinistas.
El esplendor de las montañas Japónesas no yace solo en lo que brinda la naturaleza. Los Alpes Japóneses ofrecen a los visitantes castillos, templos, folklore, su cultura rural, festividades y comidas tradicionales.
En invierno, los esquiadores lo eligen como destino. Durante la primavera y el verano, son el refugio ideal de la región calurosa y húmeda de Chubu. En otoño se iluminan con los maravillosos colores que le dan vida al pintoresco panorama.
El punto de partida según el itinerario es desde Nagoya, a ciudad barrio de Japón, situada a 366 kilómetros de Tokio. Famosa por la industria de la porcelana, el barniz y otros tipos de artesanías. Las principales atracciones son el Castillo y el Museo de Arte Tokugawa que posee más de 10.000 obras de arte donados por la familia Tokugawa.
A una hora en autocar desde Nagoya, se encuentra Meijimura, la única aldea-museo en su clase. Conserva numerosos ejemplos de arquitectura. Más de 60 edificios históricos se han construido cuidando hasta el más mínimo detalle.
A alrededor de una hora y media en tren desde Nagoya, se encuentra el Parque Nacional Ise-Shima, en el que podrá visitar el santuario sintoísta más famoso de Japón.
Si desea un viaje especial, recorra la ruta de Nakasendo, uno de las cinco antiguas rutas que datan del período feudal, la cual cruza los Alpes y conecta a Kioto con Tokio (el antiguo Edo). La ruta ofrece una vista cercana y muy evocadora de los Alpes. Planee un alto para visitar las antiguas aldeas de Tsumago y Magome y finalmente llegue a Matsumoto.
En Matsumoto, se perderá en el Castillo y el museo de Ukioke, con una inmensa colección de pinturas en madera.
Desde aquí, vuelva por Kanazawa, una ciudad que aparece fuera del mar de Japón. Nuevamente, se perderá en el jardín Kenrokuen, considerado el más hermoso de Japón y continúe su visita por la Aldea Sesonkaku y el muy atractivo museo de Ishikawa.
Siga recorriendo Takayama, una encantadora aldea en los Alpes donde puede pasar (y se lo aconsejamos) al menos una noche en las tradicionales posadas.
Transporte en Japón
Para recorrer Japón el mejor medio es el tren: cómodo y siempre respeta los horarios.
Los turistas extranjeros cuentan con un Japan Rail Pass, que si bien es algo costoso, es ideal para aquellos que tienen la intención de viajar con frecuencia. Para obtenerlo, es necesario que envíe una solicitud con anterioridad a la agencia en su país.
El Shinkansen, un tren de alta velocidad, conecta las grandes ciudades de norte a sur de Tokio, pero es un poco costoso. El futsu (local), el tokkyu (el rápido) y el kyuko (expreso) son trenes más económicos, pero igualmente puntuales.
El medio más económico pero menos cómodo es el autocar. El Japan Rail Pass también es válido para viajar en ellos.
Los autobuses de la ciudad son mucho más eficientes y convenientes. El ticket varía según la distancia.
Los ferries son económicos pero un poco lentos. Conectan las islas más grandes de Japón. El viaje puede ser largo. Las cabinas pueden reservarse. Los caminos más famosos son de Tokio a Shokoku, desde Osaka a Kyushu y de Tokio to Kushiro, en la Isla de Hokkaido.
Los taxis son también eficientes pero mucho más costosos. Es mejor evitarlos en horas pico.
El automóvil es casi ideal para viajes cortos ya que se puede apreciar el paisaje. Sin embargo, no es aconsejable hacer viajes muy largos ya que las rutas siempre están muy congestionadas. Por el mismo motivo, es mejor evitar las ciudades, especialmente Tokio, ya que la aventura placentera podría convertirse en una pesadilla. Para conducir en Japón, es suficiente con poseer la licencia internacional. Se conduce por la izquierda y los límites de velocidad varían de 80 kilómetros por hora en las autopistas, a 40 kilómetros por hora en la ciudad.
Dónde alojarse
Japón ofrece muchas soluciones adecuadas para cada bolsillo y requerimiento. Se puede elegir desde hoteles de todas las categorías hasta tradicionales hosterías, alojamientos con desayuno, albergues para jóvenes, albergues en templos budistas y centros termales. Los hoteles de todas las categorías están equipados al estilo occidental. En promedio los precios son superiores a los de los hoteles europeos.
Quien quiera alojarse en un perfecto estilo Japónés debería pasar al menos una noche en un ryokan o en un minshuku, casas privadas que ofrecen un servicio de alojamiento con desayuno (una de las soluciones más económicas).
Los Ryokan tienen varias tarifas conforme a la calidad. A diferencia de los hoteles, los precios son individuales.
Los albergues exigen la credencial de la Asociación de Albergues para Jóvenes de Japón o de la Federación Internacional de Albergues para Jóvenes.
Existe la posibilidad de alojarse en un templo budista. La Oficina Nacional de Turismo en Japón le proporcionará una lista de los templos que aceptan huéspedes.
Cocina japonesa
Como muchas de las manifestaciones del país, la gastronomía Japónesa constituye una delicada obra de arte. La comida típica consiste en un cuenco de arroz (gohan), una sopa de soja (miso shiru) y una rica variedad de verduras, acompañadas de pequeñas porciones de carne. Pero la gastronomía no se reduce a ellas y la variedad de platos puede ser interminable. Los Japóneses comen con palillos (hashi) y le animamos a que los utilice ya que en un par de semanas será un experto en el uso de estos.
Le aconsejamos que comience por un buen plato de fideos que se comen de forma muy rápida y sorbiéndolos. Los Soba, tallarines de harina de trigo integral, se pueden comer fríos o calientes, mientras que los Somen, más finos, se comen fríos y mojados en salsa. Se suelen aderezar con salsa de soja (shoyu) y jengibre rallado. El Unagi (anguila) es un plato muy popular cocinado sobre carbón, las mismas se rehogan con salsa de soja.
Continuando con los pescados, no puede dejar de probar el celebre Sashimi, trozos de pescado o marisco crudo servido con rábano picante, salsa de wasabi y soja. Una comida kaiseki se compone de numerosos platos como caldos, guisos, asados, fritos y al vapor, acompañados de arroz, verduras y fruta. Los platos Ramen se sirven en un tazón que llenan de fideos con pollo, en los restaurantes más baratos, si lleva carne o verduras además el precio es algo mayor. Se puede comer crudo al estilo sashimi o estofado, al estilo fugu chiri. Son sitios muy accesibles. Entre las bebidas más fuertes destaca el sake, la bebida tradicional preparada con arroz fermentado y que contiene cerca de un 17% de alcohol; y muy recientemente el shochu, bebida que contiene prácticamente sólo alcohol y agua. Durante el verano los Japóneses consumen una bebida llamada mugicha, agua fría preparada con cebada. El alcohol es habitualmente consumido en Japón.
Curiosidades Zen
La Ceremonia del Té
El té ingresó a Japón desde China aproximadamente en el siglo XVII.
La costumbre de realizar pequeñas reuniones sociales, chancy, para beber el té matcha, siguiendo algunas normas precisas, vigentes en la actualidad, que datan del siglo XIV. Era una ceremonia reservada para las clases más ricas y poderosas, o los samuráis, quienes dominaban la sociedad japonesa en esa época.
Uno de los principales campos de aplicación de estas reuniones era estudiar y comentar las obras de arte provenientes de China en una atmósfera armoniosa.
Es durante este período que la ceremonia del té comienza a caracterizarse por muchas normas estrictas y procedimientos precisos que seguían los ideales de armonía, belleza y aseo.
En la actualidad, la ceremonia del té proviene de la ceremonia que practicaba en el siglo XVI el maestro Zen, Sen No Rikyu.
Dicho de otra manera, el campo de aplicación de la ceremonia es purificar el espíritu entrando en contacto con la naturaleza. El maestro, que oficia la ceremonia, mediante movimientos elegantes hechiza a quien quiera que lo observe.
Sus descendientes han pasado las normas establecidas por Rikyu de generación en generación.
Se basaban principalmente en siete normas fundamentales.
- Ser capaces de preparar un buen té.
- Bajar la tapa para hacer que el agua hierva bien.
- Darle al ambiente la calidez del invierno y la frescura del verano.
- Arreglar las flores como si aún estuvieran en la pradera.
- Estar siempre listo a aceptar cualquier cambio climático.
- Estar preparado en caso de una lluvia inesperada.
- Tener la máxima consideración por los invitados.
Después de su fallecimiento, en 1591, se crearon muchas escuelas que aún continúan en actividad. La más famosa es sin duda Urasenke Konnichian.
Los visitantes pueden asistir al chanoyu en algunos hoteles o en algunas escuelas muy importantes.
La ceremonia del té ha tenido un papel muy importante en la evolución de la concepción estética de los japoneses. De aquí proviene la exquisita atención para los detalles y el sentido estético que los japoneses ponen en todas las manifestaciones de su vida social y, por sobre todo la privada: la esencialidad de las decoraciones, el arreglo de las flores, la presentación de la comida y muchas cosas más.
El jardín Zen
El jardín Zen también es muy conocido en Occidente, y les da a conocer las disciplinas orientales que enseña técnicas ceremoniosas para el logro de la paz interior.
Se refiere a la meditación práctica que proporciona relajación y paz, tanto para quien la practica como para quien observa los resultados.
A los visitantes del jardín Zen del Templo Ryoan-Ji en Kyoto, se les dice que estén relajados y calmos mientras observan el jardín.
En Japón estos jardines no son muy comunes y no se encuentran en las casas privadas, sino en los templos. La tradicional casa japonesa (que en la actualidad está desapareciendo) no tuvo en cuenta un espacio para un jardín con césped, pero el espacio para un jardín japonés por cierto está ahí. El jardín Zen es una representación estilística del jardín japonés. Tienen en común las piedras y la devoción que le dedican, pero en el jardín Zen no encontrará plantas, solo grava y piedras.
Las piedras representan las islas, entendiendo como islas de pensamiento, pero también las montañas sagradas y los animales marinos sagrados. Son los puntos de apoyo de la meditación.
Nunca deben ser iguales, especialmente nunca deberían ser cuatro (este número en Japón se considerado portador de desgracia porque su ideograma es idéntico al de la muerte). La norma fundamental para la distribución de las piedras en el jardín es asimétrica. El número y proporción de las mismas debe estar en armonía con las dimensiones del jardín. No deben tener filo, deben ser uniformes en el color (de manera que ninguna llame más la atención que otra) y deben estar plantadas bien profundo, para estar estables. Cada grupo de piedras debe tener una piedra que sea muy imponente.
La grava representa el agua, el océano. La arena que se utiliza no proviene de las playas sino que es granito o mármol triturado de aproximadamente dos milímetros de diámetro.
Cuando el jardín está listo, entonces se puede iniciar la meditación. El trabajo consiste en formar pequeñas ondas con un rastrillo proporcionado al tamaño del jardín. El rastrillo nunca debe detenerse de manera que los trazos que se dejan no tengan ninguna interrupción.