Situada sobre el río Tajo, y rodeada por él como si la abrazara, se eleva la ciudad de Toledo, un conjunto histórico, arquitectónico y cultural de gran belleza. A pesar de su rico pasado, es una ciudad dinámica, adaptada a los nuevos tiempos, que ha sabido combinar a la perfección tradición y modernidad. En ella podrás descubrir la tierra de Don Quijote, conocer la trayectoria artística del Greco, admirar impresionantes edificios góticos o degustar uno de sus vinos con denominación de origen.
Su mayor atractivo lo encontrarás recorriendo callejones y estrechas calles cubiertas, llamadas «cobertizos», en los que descubrirás rincones muy especiales. En otras, serán los patios llenos de plantas y adornados con fuentes los que llamarán tu atención. No dudes en entrar en alguno de ellos y disfrutarlo de cerca.
Todos esos paseos te transportarán a tiempos pasados, a través de las huellas que dejaron a lo largo de la historia las culturas cristiana, islámica y judía.
Como ves, hay muchas cosas que ver en Toledo. ¿Por dónde empezar?
Si quieres ir a lo básico, puedes decidirte por la visita guiada a la ciudad, que dura un par de horas aproximadamente. Pero si prefieres recorrer la ciudad por tu cuenta, te recomendamos que empieces por la Puerta de Bisagra y subas por la empinada calle que rodea la muralla. Te llevará a la entrada de la ciudad en la época musulmana y a la mezquita del Cristo de la Luz. Esta es el mayor ejemplo de arte islámico en Toledo y lo mejor es que presenta un excelente estado de conservación. Es, junto a la de Córdoba, la mezquita más antigua de España.
Si lo prefieres, te puedes ahorrar la cuesta y caminar un poco por fuera de la muralla hasta llegar a la escalera mecánica del Paseo de Recaredo.
El centro neurálgico y social de Toledo es la plaza Zocodover. Durante siglos fue un lugar muy concurrido, donde se celebraban fiestas, se instalaba el mercado y se ejecutaba a los delincuentes. Hoy en día, está repleta de comercios y terrazas y sigue albergando el mercado semanal. Es el lugar ideal para saborear alguno de los platos típicos de la zona, como la carcamusa (un guiso elaborado con magro de cerdo y verduras pero que admite un sinfín de combinaciones y productos) y el mazapán de Toledo. Y no olvides probar los famosos vinos y quesos manchegos.
A través de las calles que salen de la plaza, llegarás a la plaza del Ayuntamiento, el auténtico centro histórico de la ciudad. Allí te sorprenderá un edificio enorme que ocupa casi toda una manzana: el Palacio Arzobispal, del que destacan los arcos mudéjares que se dejaron al reformar el antiguo edificio.
Pero no menos imponente es la Catedral de Santa María. De estilo gótico, es el segundo templo más grande del país, por detrás de la catedral de Sevilla. Se la conoce como Catedral Primada, un título que se le otorgó en el año 1088 por ser la sede episcopal más rica después de la de San Pedro, en Roma. De hecho, posee un importante número de esculturas y pinturas de grandes artistas como el Greco, Van Dick, Caravaggio, Tiziano o Goya.
Su ubicación siempre fue un lugar sagrado ya que, anteriormente se habían construido la mezquita mayor de la ciudad y la catedral visigoda.
Para hacerte una idea de las dimensiones de toda la construcción, lo mejor es que subas a una de las torres de la ciudad.
Uno de los lugares menos frecuentado por los turistas, y que no puedes dejar pasar, es la Iglesia de los Jesuitas. Te sorprenderá, no solo por la fachada barroca que contrasta con el resto de monumentos, sino por la fantástica vista panorámica que se tiene de la ciudad.
Toledo es el lugar ideal para descubrir las obras del Greco, por eso no te puedes perder la Iglesia de Santo Tomé, donde se expone una de sus pinturas más famosas: El entierro del Conde de Orgaz. Hay que destacar la torre de la iglesia, uno de los mejores ejemplos del arte mudéjar toledano, decorada con incrustaciones de cerámica vidriada.
Pero si te quedas con ganas de conocer mejor al artista, solo tienes que recorrer un par de calles y entrar en el Museo del Greco. Además de su obra, y la de algunos de sus discípulos, podrás saber cómo era la vida en Toledo durante el siglo XVII, pasear por sus hermosos jardines o incluso entrar en una cueva medieval.
Al lado del museo se encuentra el Barrio Judío. Lo primero que salta a la vista es el entramado de estrechas calles y empinadas. Pero lo que realmente llama la atención es la Sinagoga del Tránsito. Este templo, construido a mediados del siglo XIV, está considerado como una de las sinagogas más bellas del mundo y la mejor conservada. Uno de sus mayores tesoros arquitectónicos es el artesonado de madera con incrustaciones de marfil.
Su interior también alberga el Museo Sefardí que, a través de las diferentes salas, hace un recorrido por la historia del pueblo judío desde que llegaron a la península ibérica en la época romana.
Siguiendo el recorrido judío, encontrarás otra sinagoga, la de Santa María la Blanca. La verdad es que se parece más a una mezquita musulmana porque su estilo arquitectónico es mudéjar. Pero no por ello deja de sorprender su decoración, repleta de pilares octogonales, zócalos de azulejo y capiteles labrados con motivos vegetales.
En la misma calle también puedes visitar el monasterio franciscano San Juan de los Reyes. Fue construido a finales del siglo XV, en época de los Reyes Católicos que quisieron conmemorar el nacimiento de su hijo Juan. La imponente iglesia está ricamente adornada, al igual que el claustro, formado por un precioso jardín gótico de dos alturas.
Si quieres ser el espectador de algo diferente te sugerimos visitar el Museo Victorio Macho. Está situado en un mirador sobre el río Tajo, rodeado de jardines y donde el escultor edificó su casa, así como el taller. En él tiene lugar el Toledo Time Capsule, un espectáculo multimedia en el que, mediante hologramas, videomapping, láser y efectos olfativos y de viento, se muestra la impronta que las tres culturas dejaron en la ciudad.
Al finalizar puedes pasear sobre el puente de San Martín. Se trata de una construcción medieval de más de 27 metros de altura, custodiada por dos torreones y desde la que podrás disfrutar de otra vista panorámica de Toledo.
Este puente, junto con el de Alcántara, formaba parte del sistema defensivo de la ciudad. Aunque el puente de Alcántara, el más famoso de Toledo, fue construido por los romanos mucho antes, en el siglo III, como parte de la calzada que unía la zona con Zaragoza.
Otro de los edificios que no puedes perderte es el Alcázar de Toledo, cuya majestuosidad se eleva en el punto más alto de la ciudad, a 548 metros de altura.
El edificio se construyó por mandato del emperador Carlos V con el fin de tener una residencia digna de un rey. Para ello se derribó casi por completo el edificio original. Su estilo es renacentista, aunque hay vestigios de otras épocas, como el pretorio romano y la alcazaba musulmana. Esto indica que siempre fue un lugar fortificado.
Por desgracia, el monarca nunca llegó a vivir en él, ya que antes de que finalizaran las obras, se estableció la capital del imperio en Madrid. Aunque sí fue morada de reinas, concretamente de consortes viudas que se retiraban de la vida de palacio.
Es posible que te sientas pequeño ante el enorme patio central y los grandes torreones desde los que se controlaban los alrededores de la ciudad. Le dan al conjunto arquitectónico un aire de seguridad y estabilidad que posiblemente ya sentían sus habitantes siglos atrás.
A lo largo del tiempo, el Alcázar ha tenido diversos usos: cárcel de la Corona, cuartel militar, talleres donde se trabajaba la seda o Academia de Infantería. Actualmente acoge la Biblioteca de Castilla-La Mancha y es la sede del Museo del Ejército. Asegúrate de ir con tiempo porque recorrerlo todo te puede llevar unas tres horas.
Al otro lado del río, cruzando el puente de Alcántara, encontrarás el Castillo de San Servando. Es de estilo mudéjar y durante muchos años sirvió para defender los caminos que llagaban a Toledo. Se construyó en el siglo XI por orden del rey Alfonso VI y fueron los templarios quienes se hicieron cargo de él. Se dice que incluso Rodrigo Díaz de Vivar, el mítico Cid Campeador, estuvo entre los muros del castillo.
En el siglo XX se reformó y se convirtió en un albergue, así que si quieres vivir una experiencia de la que luego podrás presumir delante de tus amigos, reserva habitación y pasa la noche entre los muros de esta fortaleza.
Cerca de allí, a orillas del Tajo pero a las afueras de la ciudad, se encuentra el Palacio de Galiana, una casa de campo o palacio de recreo de estilo mudéjar, construido en el siglo XI por el rey taifa Al-Mamun. Restaurado a mediados del siglo XX, destaca por la belleza de sus jardines. Es de titularidad privada pero se pueden realizar visitas guiadas de una media hora.
Desde hace cientos de años, a Toledo se la conoce mundialmente por su trabajo artesano en espadería y damasquinado. La calidad del acero toledano ha sido siempre legendaria. De hecho, las mejores espadas fabricadas durante los siglos XVI y XVII eran de Toledo. Parece ser que la gente de aquella época atribuía esa calidad a las propiedades milagrosas del río Tajo.
Aún hoy en día se siguen haciendo a mano, por lo que cada pieza es única. En cualquiera de las tiendas especializadas que salpican la ciudad podrás llevarte como recuerdo una réplica de alguna de las espadas históricas más famosas.
Toledo facilita al visitante una serie de rutas para que no te pierdas nada de la ciudad. Estas incluyen, no solo un viaje por las tres culturas que se asentaron en la ciudad, sino que también nos descubre el mundo de los templarios y sus misterios, o los restos arqueológicos de la época romana. Entre ellos destacan lo que queda de las termas, el circo y un acueducto, o las cuevas de Hércules, donde se encontró una cisterna romana en excelente estado de conservación.
Y si aún no tienes suficiente te invitamos a que conozcas la otra cara de la ciudad: la Toledo nocturna. De noche, bajo la luz tenue de las farolas, el entramado de calles te parecerá un laberinto lleno de magia y misterio. Piérdete por ellas y descubre rincones ocultos que de día te pasaron inadvertidos. La mejor manera de conocer los misterios, curiosidades y leyendas que encierra la ciudad es mediante una visita guiada, como la ruta Toledo Subterráneo. Escondidos bajo los muros y puertas de la ciudad, descenderás a los subterráneos, un conjunto de sótanos, cuevas y galerías que te mostrarán los orígenes de la antigua Toledo.
En la ruta Toledo Siniestro, te adentrarás en el mundo de lo paranormal mediante paradas teatralizadas donde los actores relatan experiencias «extrañas» que algunas personas dijeron haber vivido en ciertas calles y monumentos.
Mientras que en la ruta Toledo Mágico descubrirás que la ciudad es una de las que más hechiceras, magos y brujas a cobijado a lo largo de la historia. Apartada de las rutas turísticas habituales, en este recorrido visitarás callejones oscuros y hasta una mazmorra.
Y para finalizar el día, nada mejor que acercarse a la ribera del río y disfrutar de buena música y una copa en una de sus muchas terrazas.
La llamada «Ciudad Imperial», declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, conserva más de cien monumentos, además de sus historias y leyendas. Es una de esas ciudades que no se visita en un día o dos. Hay que volver, y no solo por su patrimonio cultural y arquitectónico, sino porque te cautivará.